miércoles, 6 de octubre de 2010

"Cosas de fe"






¡Fe!, o “costumbre”. Desde el momento en que llegué a este mundo, mis papás no me han dejado de hablar de la existencia de un Ser Supremo; del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Esas semillitas que poco a poco fueron abonando en la tierra de mi ser, podrían ser la causa de que hoy, crea fielmente que en cada paso dado, existe una intención divina.



Muchos se podrían plantear que, mi construcción ha sido a base de ideas preconcebidas y recicladas, de ideales dogmáticos heredados a través del tiempo. Tal vez no me he unido al grupo de los “pensantes dudosos de la fe”, a lo mejor no soy tan “racional” como lo suele ser el ser humano. Quizás traigo encima una escafandra, la cual no me permite escuchar a nadie más.



Sé que hay mil teorías para cuestionar la existencia de Dios; pero de igual forma, he creado mi propia teoría, no tiene pruebas científicas, tampoco realicé encuestas para probar las variables, sólo utilice el método de la “observación”.



Salí una mañana a ejercitarme; como es usual, me puse mis audífonos y mientras caminaba, las melodías exquisitas hacían una fiesta en mis oídos. En el trayecto encontré a un joven que no podía escuchar y que sólo por señas lograba captar una que otra idea. Me detuve un momento para observar, no porque me impresionara la imagen de aquel caballero, sino que me permitió comprender que: escuchar mi música, la bocina de un carro o los gritos de los chiquillos del barrio, no eran simples pasajes de lo cotidiano, eso era parte de un regalo divino. Dios me estaba diciendo algo….



Más tarde regresé a mi casa, me senté en el sillón de la sala; mientras me comía una manzana fresca y roja, las páginas de una revista me hicieron de nuevo observar; un artículo sobre la pobreza y el hambre, me hizo un nudo en la garganta y me obligó a analizar que, el comerme aquella fruta no era obra de la Ley de la Gravedad, era simplemente otra bendición sosegada.



Esa noche, en mi cama, mis ojos no aguantaban el peso del cansancio ni la conciencia, por todo lo que ese día había podido observar, hice un detenido repaso, y pese a todos los “cuestionamientos” que me pude plantear, ninguno fue tan enérgico como presentimiento que tenía, esas “cosas” me pasaban por el alma, que ni con todos los eruditos juntos podría explicar.



Quién sabe, a lo mejor mi teoría es la más empírica, o parezca discurso retórico… En fin, sólo es cuestión de un poquito de eso, a lo que muchos de nosotros de cariño le llamamos FE.

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